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Una lección que podemos aprender de la Nueva Coca-Cola

Por el Monseñor James T. Byrnes, Ph.D POSTED:

8/712

COLUMNISTA INVITADO  
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En abril de 1985, ya casi hace treinta años, la compañía Coca-Cola anunció sus planes de cambiar la fórmula de “la bebida gaseosa más popular del mundo” (www.thecoca-colacompany.com/heritage/cokelore_newcoke.html). La compañía explicó más tarde que lo hizo porque Coca-Cola estaba perdiendo la competencia con Pepsi en el mercado mundial y con el fin de complacer más al gusto de la sociedad moderna (y en consecuencia ser más lucrativa), tomó la decisión de cambiar la fórmula de su producto más distinguido después de 99 años de éxito.

Es importante aclarar que ésta no fue una decisión sin una reflexión previa. Se llevaron a cabo pruebas de sabor con más de 200.000 consumidores quienes se describieron a sí mismos como bebedores de Coca-Cola. Aunque la mayoría de las pruebas de sabor resultaron en respuestas positivas, un 10 a 12% de los consumidores de Coca expresaron que no comprarían el producto nuevo si se cambiaba la receta tradicional, y más aún que jamás volverían a comprar Coca-Cola. Armada con estos resultados positivos generales, Coca-Cola decidió proceder y realizar el cambio. Nadie en la compañía pudo haber previsto lo que sucedió en los 79 días siguientes.

La gente comenzó a llamar a la compañía con una frecuencia de más de tres veces de lo normal para quejarse furiosamente de la alteración de la fórmula tradicional. Hasta algunos de los consumidores de Coca comenzaron a acaparar cajas de la Coca tradicional en sus hogares. Cartas comenzaron a llegar a la oficina central de Coca-Cola insultando a los ejecutivos que aprobaron esta idea ridícula. ¡Y todo esto sucedió antes de que Coca-Cola comenzara a promocionar la nueva fórmula fuera de los Estados Unidos! Vale destacar lo que ahora la corporación de Coca-Cola declara acerca de la situación y de lo que no tuvo en cuenta: “Cambiamos la legendaria fórmula secreta de Coca-Cola, y adoptamos la fórmula preferida en las pruebas de sabores con alrededor de 200.000 consumidores. Lo que estas pruebas no demostraron, por supuesto, fue el fuerte apego que los consumidores tenían con su Coca-Cola. Este apego era algo que los consumidores no querían que nadie alterara, ni siquiera la Compañía Coca-Cola.” (www.thecoca-colacompany.com/heritage/cokelore_newcoke.html).

Al final de estos 79 días de grandes acontecimientos, Coca-Cola anunció que iba a continuar produciendo la versión tradicional de Coca. La gente expresó su opinión y los ejecutivos la escucharon. Coca-Cola continuó comercializando a la nueva fórmula bajo el nombre “Nueva Coca-Cola,” y a la fórmula tradicional como “Coca-Cola Clásica.” Al comienzo de los 1990, la “Nueva Coca-Cola” desapareció del mercado y la “Coca-Cola Clásica” volvió a ser la “Coca-Cola” de siempre.

Vale también destacar lo que Coca-Cola dijo acerca de las lecciones que aprendió de este fiasco: “Los acontecimientos de la primavera y del verano del ’85 – críticos atacando al “más terrible error de marketing del siglo,” consumidores acaparando la Coca “vieja”, miles de llamadas de protesta – cambió para siempre la manera de pensar de la Compañía Coca-Cola” (www.thecoca-colacompany.com/heritage/cokelore_newcoke.html). Como se mencionó anteriormente, entendieron el mensaje y lo recordarían durante mucho tiempo.

Otro punto destacable en este episodio fueron los comentarios de los consumidores de Coca-Cola que deseaban la fórmula tradicional restablecida. Coca-Cola declaró: “Grupos de protesta –tales como la Society for the Preservation of the Real Thing [Sociedad para la Preservación de lo Verdadero] y Old Cola Drinkers of America [Consumidores de los Estados Unidos de la Vieja Coca-Cola] (que alegaron el reclutamiento de 100.000 miembros en una campaña para recobrar a la “vieja” Coca-Cola) – comenzaron a aparecer por todo el país. Hasta se escribieron canciones para honrar el viejo sabor. En mayo, manifestantes en un acontecimiento de Coca-cola en el centro de Atlanta llevaban carteles que decían “Queremos lo verdadero” y “Nuestros hijos nunca conocerán el refresco real” (www.thecoca-colacompany.com/heritage/cokelore_newcoke.html).

En la actualidad, a pesar de que la misma compañía de Coca-Cola trata de explicarlo de otra manera, casi todos acuerdan que ésta fue probablemente la metida de pata más grande en la historia de corporaciones y de marketing. A pesar de que Coca-Cola mantiene que la idea de cambiar la fórmula tradicional fue un “riesgo inteligente”, la mayoría sí lo considera un riesgo pero se cuestiona seriamente lo de inteligente. Es también muy probable que Coca-Cola nunca más vuelva a tomar este tipo de riesgo.

En este momento, usted se estará preguntando cuál es el propósito de esta historia de una corporación estadounidense, así que inmediatamente voy al grano. Las similitudes del pensamiento y las acciones de la compañía Coca-Cola en la primavera y en el verano del ’85 presentan una semejanza espeluznante a los cambios litúrgicos de la Iglesia Católica Romana después del Concilio Vaticano II.

Como muchos ya saben, luego del Concilio, se estableció a un grupo de expertos para implementar el Decreto sobre la Liturgia Sagrada (Sacrosanctum Concilium). Este grupo, llamado el Concilium, tomó a la liturgia de la Iglesia, la cual había permanecido por casi 1.500 años substancialmente sin cambios, e ideó un nuevo producto (el Novus Ordo Missae o la Nueva Misa) creyendo que complacería más al gusto del hombre moderno. El grupo llevó a cabo “pruebas de sabor” y determinó que a varios en sus grupos de prueba les gustó la Nueva Misa -  aunque a un número significante de personas no les gustó. De todos modos, el Concilium siguió adelante con el cambio y presentó, bajo la autoridad del Papa Pablo VI, la Nueva Misa durante el Adviento de 1969 y eficazmente removió el producto “viejo” de las estanterías (a pesar de que, como incluso el Papa Benedicto XVI nos lo ha recordado, la Misa “vieja” nunca se abrogó). Tras la introducción de la Nueva Misa, surgió una ola de protestas de variados ámbitos, al mismo tiempo que muchos de los católicos se preguntaban el por qué del cambio en primer lugar.

Desafortunadamente, aquí es donde terminan las similitudes entre Coca-Cola y la Iglesia. Mientras que Coca-Cola se dio cuenta de su exceso al cambiar la venerable fórmula tradicional, la Iglesia Católica Romana (al menos en las palabras y acciones de la mayoría de su jerarquía y su clero) sólo ignoró o trató de reprimir a aquéllos que se quejaban y pedían la Misa Latina Tradicional. Más aún a estas personas a menudo se los ridiculizaba por expresar comentarios similares a los manifestantes de Coca-Cola: “Queremos lo verdadero” y “Nuestros hijos nunca conocerán el refresco real.”

En los últimos 40 años, las protestas no han disminuido, y las burlas y la opresión de aquéllos que piden la Misa Tradicional tampoco se han aplacado (aún con la carta Summorum Pontificum del Papa Benedicto). Esto sería más comprensible si la Nueva Misa hubiera logrado lo que se había propuesto a alcanzar: aumentar la fe y la devoción de los católicos y aclarar la fe para los católicos modernos. Desafortunadamente lo opuesto ocurrió: el número de católicos que participan en la Nueva Misa ha disminuido constantemente, como así también las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa, y ni hablar del conocimiento deficiente de la fe en la vasta mayoría de los católicos que todavía van a Misa semanalmente.

¿No piensa usted que ante esta realidad, la jerarquía de la Iglesia consideraría revaluar la “nueva fórmula” y comenzaría a preguntarse si este experimento no fue un fracaso en casi todo nivel? Pero en cambio, nos dicen continuamente que el problema no es con el producto, sino en la manera que “se promociona” o en la manera que “se consume” (para utilizar lenguaje empresarial). En términos más eclesiásticos, nos dicen que la Novus Ordo Missae no es el problema, sino que se implementó muy mal en la década de los 70 o que aquéllos que regularmente ignoraron las rúbricas hicieron que la Novus Ordo Missae no produjera los frutos esperados. Nos dicen hasta el cansancio, que es totalmente imposible que la Novus Ordo Missae sea el problema.

Por favor, no me malentienda, así como la “Nueva Coca” era Coca tal como lo era la “Coca Clásica,” así también la Novus Ordo Missae es Misa – es tanto válida como legítima – pero así también como en la “Nueva Coca” hay algo carente de la fórmula tradicional, ese algo no se puede ignorar y hay muchos que lo desean ahora que han “probado” la fórmula tradicional.

A los ejecutivos de Coca-Cola les tomó sólo 79 días para admitir que se habían equivocado, y lo hicieron antes de que se produjera una disminución apreciable en las ventas y en las cuotas del mercado. Después de 40 años de números reducidos en casi toda categoría mensurable y con la apariencia, al menos en los Estados Unidos, más y más de una corporación, ¿por qué, entonces, por qué no ha comenzado la jerarquía de la Iglesia Católica a preguntarse si es posible que el problema sea el producto y no el consumidor?

     
 
   
 
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