En abril de 1985, ya casi hace treinta años, la compañía
Coca-Cola anunció sus planes de cambiar la fórmula de
“la bebida gaseosa más popular del mundo” (www.thecoca-colacompany.com/heritage/cokelore_newcoke.html).
La compañía explicó más tarde que lo hizo porque
Coca-Cola estaba perdiendo la competencia con Pepsi en
el mercado mundial y con el fin de complacer más al
gusto de la sociedad moderna (y en consecuencia ser más
lucrativa), tomó la decisión de cambiar la fórmula de su
producto más distinguido después de 99 años de éxito.
Es importante aclarar que ésta no fue una decisión sin
una reflexión previa. Se llevaron a cabo pruebas de
sabor con más de 200.000 consumidores quienes se
describieron a sí mismos como bebedores de Coca-Cola.
Aunque la mayoría de las pruebas de sabor resultaron en
respuestas positivas, un 10 a 12% de los consumidores de
Coca expresaron que no comprarían el producto nuevo si
se cambiaba la receta tradicional, y más aún que jamás
volverían a comprar Coca-Cola. Armada con estos
resultados positivos generales, Coca-Cola decidió
proceder y realizar el cambio. Nadie en la compañía pudo
haber previsto lo que sucedió en los 79 días siguientes.
La gente comenzó a llamar a la compañía con una
frecuencia de más de tres veces de lo normal para
quejarse furiosamente de la alteración de la fórmula
tradicional. Hasta algunos de los consumidores de Coca
comenzaron a acaparar cajas de la Coca tradicional en
sus hogares. Cartas comenzaron a llegar a la oficina
central de Coca-Cola insultando a los ejecutivos que
aprobaron esta idea ridícula. ¡Y todo esto sucedió antes
de que Coca-Cola comenzara a promocionar la nueva
fórmula fuera de los Estados Unidos! Vale destacar lo
que ahora la corporación de Coca-Cola declara acerca de
la situación y de lo que no tuvo en cuenta: “Cambiamos
la legendaria fórmula secreta de Coca-Cola, y adoptamos
la fórmula preferida en las pruebas de sabores con
alrededor de 200.000 consumidores. Lo que estas pruebas
no demostraron, por supuesto, fue el fuerte apego que
los consumidores tenían con su Coca-Cola. Este apego era
algo que los consumidores no querían que nadie alterara,
ni siquiera la Compañía Coca-Cola.” (www.thecoca-colacompany.com/heritage/cokelore_newcoke.html).
Al final de estos 79 días de grandes acontecimientos,
Coca-Cola anunció que iba a continuar produciendo la
versión tradicional de Coca. La gente expresó su opinión
y los ejecutivos la escucharon. Coca-Cola continuó
comercializando a la nueva fórmula bajo el nombre “Nueva
Coca-Cola,” y a la fórmula tradicional como “Coca-Cola
Clásica.” Al comienzo de los 1990, la “Nueva Coca-Cola”
desapareció del mercado y la “Coca-Cola Clásica” volvió
a ser la “Coca-Cola” de siempre.
Vale también destacar lo que Coca-Cola dijo acerca de
las lecciones que aprendió de este fiasco: “Los
acontecimientos de la primavera y del verano del ’85 –
críticos atacando al “más terrible error de marketing
del siglo,” consumidores acaparando la Coca “vieja”,
miles de llamadas de protesta – cambió para siempre la
manera de pensar de la Compañía Coca-Cola” (www.thecoca-colacompany.com/heritage/cokelore_newcoke.html).
Como se mencionó anteriormente, entendieron el mensaje y
lo recordarían durante mucho tiempo.
Otro punto destacable en este episodio fueron los
comentarios de los consumidores de Coca-Cola que
deseaban la fórmula tradicional restablecida. Coca-Cola
declaró: “Grupos de protesta –tales como la Society for
the Preservation of the Real Thing [Sociedad para la
Preservación de lo Verdadero] y Old Cola Drinkers of
America [Consumidores de los Estados Unidos de la
Vieja Coca-Cola] (que alegaron el reclutamiento de
100.000 miembros en una campaña para recobrar a la
“vieja” Coca-Cola) – comenzaron a aparecer por todo el
país. Hasta se escribieron canciones para honrar el
viejo sabor. En mayo, manifestantes en un acontecimiento
de Coca-cola en el centro de Atlanta llevaban carteles
que decían “Queremos lo verdadero” y “Nuestros hijos
nunca conocerán el refresco real” (www.thecoca-colacompany.com/heritage/cokelore_newcoke.html).
En la actualidad, a pesar de que la misma compañía de
Coca-Cola trata de explicarlo de otra manera, casi todos
acuerdan que ésta fue probablemente la metida de pata
más grande en la historia de corporaciones y de
marketing. A pesar de que Coca-Cola mantiene que la idea
de cambiar la fórmula tradicional fue un “riesgo
inteligente”, la mayoría sí lo considera un riesgo pero
se cuestiona seriamente lo de inteligente. Es también
muy probable que Coca-Cola nunca más vuelva a tomar este
tipo de riesgo.
En este momento, usted se estará preguntando cuál es el
propósito de esta historia de una corporación
estadounidense, así que inmediatamente voy al grano. Las
similitudes del pensamiento y las acciones de la
compañía Coca-Cola en la primavera y en el verano del
’85 presentan una semejanza espeluznante a los cambios
litúrgicos de la Iglesia Católica Romana después del
Concilio Vaticano II.
Como muchos ya saben, luego del Concilio, se estableció
a un grupo de expertos para implementar el Decreto sobre
la Liturgia Sagrada (Sacrosanctum Concilium). Este
grupo, llamado el Concilium, tomó a la liturgia de la
Iglesia, la cual había permanecido por casi 1.500 años
substancialmente sin cambios, e ideó un nuevo producto
(el Novus Ordo Missae o la Nueva Misa) creyendo que
complacería más al gusto del hombre moderno. El grupo
llevó a cabo “pruebas de sabor” y determinó que a varios
en sus grupos de prueba les gustó la Nueva Misa -
aunque a un número significante de personas no les
gustó. De todos modos, el Concilium siguió adelante con
el cambio y presentó, bajo la autoridad del Papa Pablo
VI, la Nueva Misa durante el Adviento de 1969 y
eficazmente removió el producto “viejo” de las
estanterías (a pesar de que, como incluso el Papa
Benedicto XVI nos lo ha recordado, la Misa “vieja” nunca
se abrogó). Tras la introducción de la Nueva Misa,
surgió una ola de protestas de variados ámbitos, al
mismo tiempo que muchos de los católicos se preguntaban
el por qué del cambio en primer lugar.
Desafortunadamente, aquí es donde terminan las
similitudes entre Coca-Cola y la Iglesia. Mientras que
Coca-Cola se dio cuenta de su exceso al cambiar la
venerable fórmula tradicional, la Iglesia Católica
Romana (al menos en las palabras y acciones de la
mayoría de su jerarquía y su clero) sólo ignoró o trató
de reprimir a aquéllos que se quejaban y pedían la Misa
Latina Tradicional. Más aún a estas personas a menudo se
los ridiculizaba por expresar comentarios similares a
los manifestantes de Coca-Cola: “Queremos lo verdadero”
y “Nuestros hijos nunca conocerán el refresco real.”
En los últimos 40 años, las protestas no han disminuido,
y las burlas y la opresión de aquéllos que piden la Misa
Tradicional tampoco se han aplacado (aún con la carta
Summorum Pontificum del Papa Benedicto). Esto sería más
comprensible si la Nueva Misa hubiera logrado lo que se
había propuesto a alcanzar: aumentar la fe y la devoción
de los católicos y aclarar la fe para los católicos
modernos. Desafortunadamente lo opuesto ocurrió: el
número de católicos que participan en la Nueva Misa ha
disminuido constantemente, como así también las
vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa, y ni
hablar del conocimiento deficiente de la fe en la vasta
mayoría de los católicos que todavía van a Misa
semanalmente.
¿No piensa usted que ante esta realidad, la jerarquía de
la Iglesia consideraría revaluar la “nueva fórmula” y
comenzaría a preguntarse si este experimento no fue un
fracaso en casi todo nivel? Pero en cambio, nos dicen
continuamente que el problema no es con el producto,
sino en la manera que “se promociona” o en la manera que
“se consume” (para utilizar lenguaje empresarial). En
términos más eclesiásticos, nos dicen que la Novus Ordo
Missae no es el problema, sino que se implementó muy mal
en la década de los 70 o que aquéllos que regularmente
ignoraron las rúbricas hicieron que la Novus Ordo Missae
no produjera los frutos esperados. Nos dicen hasta el
cansancio, que es totalmente imposible que la Novus Ordo
Missae sea el problema.
Por favor, no me malentienda, así como la “Nueva Coca”
era Coca tal como lo era la “Coca Clásica,” así también
la Novus Ordo Missae es Misa – es tanto válida como
legítima – pero así también como en la “Nueva Coca” hay
algo carente de la fórmula tradicional, ese algo no se
puede ignorar y hay muchos que lo desean ahora que han
“probado” la fórmula tradicional.
A los ejecutivos de Coca-Cola les tomó sólo 79 días para
admitir que se habían equivocado, y lo hicieron antes de
que se produjera una disminución apreciable en las
ventas y en las cuotas del mercado. Después de 40 años
de números reducidos en casi toda categoría mensurable y
con la apariencia, al menos en los Estados Unidos, más y
más de una corporación, ¿por qué, entonces, por qué no
ha comenzado la jerarquía de la Iglesia Católica a
preguntarse si es posible que el problema sea el
producto y no el consumidor? |